¿Por qué ejercicio para el tratamiento del dolor?

 

¿Por qué ejercicio para el tratamiento del dolor? Esta es una de las principales preguntas que me hacen mis pacientes, cuando después de la evaluación de fisioterapia pasamos a la estructura de trabajo que tenemos que seguir.

Pero, primero que nada, ¿Por qué si duele, me tengo que mover?

Estamos acostumbrados a pensar que, en presencia de dolor, tiene que haber un gran daño de los tejidos, por lo que necesitamos suficiente tiempo de reposo e inmovilización para dar espacio de reparación a los tejidos que podrían estar maltratados… sin embargo… ¿Qué pasa cuando no tenemos claro el origen del dolor? ¿Qué pasa cuando no hay un trauma asociado? ¿Qué pasa cuando duele tanto, y no hay una acción o un indicio de que lo podría provocar?

En un estado de dolor, es muy importante controlar todos los factores que pueden hacer que se vuelva crónico:

  1. Entender el entorno de quien lo padece, sus actividades de la vida diaria, cuanto se está viendo afectado en su actividad económica, social, etc. Recordemos que somos seres integrales, donde los aspectos sociales en general, influencia de forma positiva o negativa, cómo podemos manejar un dolor, y su relevancia en nuestro quehacer diario.
  2. ¿Qué entendemos de lo que estamos viviendo? Entre más claras tengamos las cosas, va a ser más fácil sobrellevarlas. Entender nuestro estado, sin fragilísimos, sin nocivos (palabras, afirmaciones o diagnósticos que nos asustan) son derechos de quienes están transitando un momento de angustia y desesperanza por el dolor.
  3. Empoderamiento en actividades físicas y recreativas, son el camino para retomar la seguridad y la confianza para cumplir con todas las fases del proceso de rehabilitación.

El ejercicio es el camino.

Mediante la actividad física trabajamos: tareas, actividades y movimientos necesarios para reforzar la capacidad individual de movimiento seguro. El ejercicio es el camino directo y más rápido de trabajar en las respuestas cerebrales, que se dan cuando estamos en presencia de dolor.

El ejercicio terapéutico se separa del ejercicio físico, en su origen más profundo, en lo que nos va a dar las características físicas que deseamos estimular, en su programación.

Mientras con el ejercicio físico programado, buscamos alcanzar objetivos asociados a capacidad física y rendimiento. Con el ejercicio terapéutico, establecemos bases seguras y confiables de movimiento de calidad. Usamos ejercicios, movimientos posturas que nos permitan reforzar lo que nos genera ansiedad o inseguridad en cuanto a movimiento, que se trasfiere a nuestras actividades de la vida diaria.

La construcción de programas de ejercicio, a través del abordaje centrado en el paciente, nos permiten diseñar tareas de ejercicio, que tengan una respuesta sistémica adecuada, sumado a las nuevas habilidades, o la mejora en las habilidades ya presentes, que nos permiten avanzar sobre el tratamiento.

El dolor crónico, es una suma de aspectos que debemos contemplar, para poder trabajar, pero no son una sentencia de vida.

 La programación del ejercicio terapéutico contempla múltiples factores, se basa en muchísima evidencia científica que fuerza el movimiento como la principal herramienta, para generar cambios en hábitos, creencias y estilos de vida, sostenibles en el tiempo, que permitan mejorar la calidad de vida de quienes sufren dolor.